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A través del juego se exploran diferentes experiencias y puede abordarse desde diferentes puntos de vista, siendo uno de ellos el educativo. Son en estas situaciones educativas en las que el juego no sólo proporciona un importante medio de aprendizaje, sino que logrará que los adultos adquieran conocimientos acerca de los niños y sobre sus necesidades. Con el juego el pequeño desarrollará su imaginación, expresará su manera de ver el mundo, desarrollará la creatividad y la personalidad. Es así como en la casa y la escuela, los niños emplean la mayoría de su tiempo en jugar, desarrollando el llamado juego simbólico.


Cada niño es diferente y por lo tanto, su ritmo de desarrollo será distinto. En el transcurso del periodo preescolar se pueden distinguir varias etapas que llevan al desarrollo de un juego cada vez más perfeccionado y complejo.

De 0 a 6 meses

En el juego se interesa especialmente por:

  • El rostro humano
  • Objetos brillantes, en movimiento, con contrastes de color y que producen sonidos.
  • Ser acunado, bañado, acariciado, entonándole canciones suaves.
  • Sus padres como compañeros de juego.
  • Jugar solo.
De los 6 a los 18 meses

En el juego se interesa por:

  • Los detalles de la ilustración de un libro.
  • Su propia actividad, más que la presencia de otros niños.
  • Vaciar y llevar recipientes, abrirlos y cerrarlos, meter un objeto dentro de otros.
  • Sus padres, sus hermanos y hermanas como compañeros de juego.
De los 18 meses a los 3 años

Hacia los 18 meses el niño utiliza su material de juego de forma apropiada, comprende la verdadera función de los objetos, imita escenas de la vida cotidiana, reconoce su imagen en el espejo, lanza el balón.


Alrededor de los 2 años puede aprender cuentos sencillos, muestra preferencia por una de sus manos para realizar actividades como garabatear, comer o agarrar objetos, mejora su coordinación fina, le da al balón con el pie, descubre el placer de jugar al escondite, quiere hacerlo todo solo.

De los 3 a los 5 años

Hacia los 3 años, atrapa una pelota, juega simulando, pedalea en un triciclo, interpreta sus dibujos después de hechos, cree en los fantasmas, en las hadas y en Papá Noel, juega con las palabras, le gusta jugar con un solo amigo, compone frases sencillas, comprende los términos al lado, encima, debajo, compone puzles de seis a diez piezas, hace construcciones simples.


Hacia los 4 años, cuenta cuentos mezclando la realidad con un mundo imaginario, dibuja formas sencillas, hace rompecabezas de diez a quince piezas, es un por qué ambulante.


Hacia los 5 años, comparte juegos con otros niños, interés por los juegos de reglas simples.

Aspectos que se desarrollan a través del juego

El juego no es sólo una actividad de placer sino también de aprendizaje y de evaluación. El juego se va convirtiendo en un medio de proyección de los sentimientos y del carácter, y a través de él se encuentran entrelazados cinco ámbitos básicos para el desarrollo integral de la personalidad infantil:

  • Físico: Los niños se mueven constantemente así desarrollan su coordinación psicomotriz y la motricidad gruesa y fina. Al moverse se ejercitan sin darse cuenta, el ejercicio es saludable para todo su cuerpo y genera cansancio lo que a su vez contribuye con un buen dormir.
  • Desarrollo sensorial y metal: Los ejercicios de estimulación temprana en los que se fomenta la discriminación de formas, tamaños, colores y texturas, son la manera más entretenida para desarrollar la capacidad intelectual. Los juegos como los puzzles, los de memoria o los de lógica, mejoran la concentración y estimulan el desarrollo cognitivo.
  • Afectivo: Al experimentar emociones como sorpresa, expectación o alegría, los niños aprenden a conocerse mejor. Con esto aprenden poco a poco a regular y controlar sus estados emocionales, algo básico para su bienestar. Juegos como “guiar al ciego” o “la caída hacia atrás” ayudan a generar confianza en la otra persona. Recordar escenas de películas o jugar a personificar títeres con distintos estados de ánimo, hacen que los niños experimenten emociones a través de los personajes y las hagan propias.
  • Creatividad e imaginación: Desde los dos años en adelante, los niños incorporan la imaginación en sus juegos, junto con la imitación. Es importante fomentar su creatividad, que en juegos imaginarios mezcle situaciones de la vida diaria, con otras creadas por él. Los escenarios como los castillos o los barcos piratas, inspiran el juego de acción que tu hijo tanto disfruta. Otros como jugar al almacén o a representar las profesiones facilitan que su imaginación vuele.
  • Formación de hábitos de cooperación: Fomentar juegos donde no hay competencia entre quienes participan, promueven el desarrollo del trabajo en equipo. Un ejemplo fácil es juntar un grupo de niños e invitarlos a construir un castillo con cajas y/o otros elementos reutilizados en casa.

 

Autor: Javier E. Maldonado
Profesor y pedagogo

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